Nosara, hoy nos contamos
- E Gutiérrez
- 14 ago
- 2 Min. de lectura
Entre ocarinas, fuego y flautas se gestaron los inicios de los guerreros que nunca descansaron.
Las aguas del río Nosara, nacidas desde los brazos de su padre, el gran cacique Nicoa, dieron la semilla de la vida a miles de personas que cruzaron sus paisajes, dejando huellas que hoy ya no se olvidarán.
Nosara fue sustento para las familias Ruiz, López, Fajardo y Arrieta. Colonos de Arado y Nicoya que se asomaban hace ya más de 110 años, atraídos por la promesa de una tierra fértil y llena de tesoros… pero solo para quien supiera cuidarla y respetarla.
Y crecieron, y se multiplicaron, y se corrió la voz:
que Nosara era fértil, que era hermosa, y que de ella brotaba la abundancia.
La miel atrajo a buenos y malos, a visionarios y a protectores.
Y así, luego asomaron quienes ostentaban poder y riqueza en aquellos tiempos.
Llegaron Félix Arauz, llegó don Filemón.
Llegó un divorcio, una traición… y rumores.
Se acercó también la injusticia, y los papeles tomaron más poder que la palabra y el honor.
Pronto se dejaron las herramientas de la tierra y se abrazó la promesa de las bestias.
Alguien venía ya en aparatos de hélices… y de pronto bajó, compró, aprovechó.
Quien vivía ahí tuvo que irse.
Se repartieron consuelos y se firmaron silencios sellados.
Nosara no olvida lo arrancado, ni la tierra perdona lo olvidado.
La sombra fue llamada a tomar partido, y se le dieron instrucciones al mal.
Los siete gatos negros fueron encerrados en aquella habitación de la Hacienda, y el trato quedó sellado:
más poder, más riqueza, a cambio de silencios… y débiles conciencias.
Y el mal sintió que ganó… hasta que los gatos escaparon.
Sueños y un pacto que no se cumplió.
Desde ahí, no se vendieron más tierras:
se intercambió la promesa por dinero.
Un pueblo creció, y una mejor vida se prometió.
Dos caminos, dos visiones, dos lenguas:
desarrollo, agua, caminos, polvo y progreso.
Dos formas de contar el cuento.
Pero la verdadera historia la custodian quienes guardan la memoria de Nosara.
Hoy, entre todas las personas y familias, volvemos a escribir otra versión.
Hoy nos contamos, y contamos al mundo quién es Nosara,
qué nos enorgullece, pero también lo que nos duele.
Que la culpa, el silencio y el tiempo de ignorar la humilde sabiduría… ya quedaron atrás.
Hoy Nosara celebra y acoge la tarea: cuidar lo que queda
y asegurar la misma abundancia que sembraron nuestros antepasados
para los niños y niñas que defenderán esta comunidad en el futuro.
Y así estamos… pero así no nos quedamos.
Entre tanta vuelta y mucho cuento,
hoy nos contamos, y hoy contamos cómo estamos y cuántos somos.
Una nueva siembra.
Una nueva oportunidad.
Empecemos.
Relatado por Consuelo Juárez, cuentacuentos de la comunidad de Nosara, el 18 de julio - Evento del Censo Nosara "100 años, 100 personas: Nosara, retrato de una comunidad viva"






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